La tiranía de la Familia Tipo
Cada año, para junio, cuando se acerca el Día del Padre, en muchas casas sopla una brisa de angustia. La brisa de la falta. Sucede otro tanto, en otras casas, cuando llega el Día de la Madre. Esos son los días icónicos de la Familia Tipo, de cuya expulsión o deserción no pueden evadirse los que viven fuera de su aura. La tiranía de la Familia Tipo que se impone desde los soportes canónicos del imaginario social, es decir los medios y la publicidad, castiga a muchos inocentes. Los niños sin padre o sin madre, por ejemplo. O los que tienen padres o madres diferentes. Esos días tiene lugar el estigma.
Mientras en la vida real las familias experimentaron en los últimos cincuenta años cambios inimaginables, vinculados no sólo con la evolución de un tipo de pensamiento sino, además, con nuevas formas de producción capitalista, los soportes del imaginario social persisten en aferrarse a la Familia Tipo, convirtiéndola en un corset del que se escapan millones de personas que viven otras escenas.
En estos días, cuando se discute en el Senado la ley de matrimonio igualitario, desde los sectores confesionales arrecian las definiciones que presuponen a la familia humana de una sola forma y composición. De esas definiciones brota la idea de un hombre y una mujer uniéndose en matrimonio para procrear, y manteniéndose juntos para la crianza de los hijos. De esa ceñida, ahogada idea de familia “normal”, no quedan afuera solamente las parejas del mismo sexo que desean casarse y eventualmente también criar a sus hijos. Otros han quedado afuera antes. Los solteros, los viudos, los emocionalmente fracasados. Y es más: la Familia Tipo incluye en su nube de presunta plenitud a muchos infelices y a muchos depravados.
Cuando uno decide o no tiene más remedio que llevar su vida por carriles que no son los que desembocan en la aprobación de cada una de sus tías, siempre atraviesa, de alguna manera muy personal, un desprendimiento interno. Nos desprendemos de esas partes nuestras que no pondremos en juego.
En un intercambio frenético de correos que mantuvimos hace unos años con mi amigo, el bloggero y activista gay Christian Rodríguez, y que fue publicado en mi libro Amar y flirtear, revisábamos esa expresión que aparentemente sólo atañe a los homosexuales, “salir del ropero”. Era a partir de los estereotipos que puso en acción la película Secreto en la montaña. El debate era si se trataba de una película de amor, o de una película de amor gay. En las historias de amor que consumimos en los productos culturales, siempre se impone el obstáculo entre los amantes, y ese obstáculo es externo. Rico, pobre, negra, blanco, joven, viejo, odio entre familias, odio entre etnias, odio entre pandillas, la CIA y la KGB. En esa película, decía Christian, el obstáculo era interno y ése era su rasgo más fuerte. El obstáculo era la lucha subjetiva de cada uno, Ennis y Jack, entre lo que le pasaba y lo que no debía pasarle. Entre cada uno de ellos y el amor, lo que se interponía era la propia idea del amor, y su propia idea de sí mismos.
De allí surgió un análisis de qué significa ese closet, y la idea de que en un ropero está la ropa disponible y descartada. Todos tenemos un closet del que salimos cuando hemos decidido qué de nosotros vamos a defender como nuestra identidad, y qué partes disponibles descartaremos, porque “salir del ropero” implica, antes que nada, una renuncia a lo que no se elige ser.
También en ese diálogo se arribaba a la idea de que es del mundo homosexual, precisamente, desde el que nos han llegado, culturalmente en las últimas décadas, las noticias más vivas sobre el amor estable, sobre el deseo ferviente de construcción de familia. Son ellos y ellas las que están haciendo planteos de planificación familiar con una claridad cegadora. El de ellos y ellas es un planteo maternal y paternal que se sobrepone al narcisismo para fluir en el amor al hijo. Quieren asegurarse el destino del hijo si el padre o la madre adoptante llegaran a morir. Para eso necesitan casarse.
Sabemos, cuando abandonamos el barco de la Familia Tipo, que hay familia allí donde un niño o una niña, un hombre y una mujer, mujeres u hombres se sientan incondicionalmente amados. La hay donde hay ese tipo de afecto que no se pone a prueba, ni depende de los vaivenes de las personalidades.
Hay familia donde hay seguridad. Se habla muy poco de este tipo de seguridad, la afectiva, de la que dependen tanto las chances de nuestra felicidad.
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-147447-2010-06-12.htmlSOLO UNA DE CADA DIEZ MUJERES ES ACOMPAÑADA EN EL PARTO
En el Día Internacional por la Salud de la Mujer:
Viernes, 28 de mayo de 2010
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-5752-2010-05-29.html
EL MEGAFONO)))
El lema de la Semana Mundial del parto respetado –en el séptimo año de su realización–, que se conmemoró la semana pasada, hace foco en la concientización de la posibilidad del acontecimiento del parto-nacimiento como una instancia placentera superando la tan arraigada costumbre de convertirla en un hecho traumático. Esta costumbre en nuestro país sigue teniendo un altísimo porcentaje de partos que en vez de disfrutarse se sufren.
Sólo una de cada diez mujeres es acompañada en el parto. Y no es porque no exista el derecho o la atención de salud adecuada. El 98 por ciento de los nacimientos ocurren en instituciones hospitalarias (centros de salud, maternidades, sanatorios) y, según una encuesta realizada en el año 2008, en ochenta y dos hospitales de Gran Buenos Aires y la Capital Federal (en donde se cubrieron sus doce maternidades), con una muestra de 12.089 mujeres, sólo un 10,9 por ciento estuvo acompañada en el parto (por sus parejas o madres, padres, hermanas o amigas) y un 17,7 por ciento no estuvo sola en el trabajo de parto.No es un dato aislado, sino una muestra de que –en una circunstancia vital tan trascendente– no se cumple con la Ley Nacional 25.929 –promovida en el 2004– que puntualiza, entre otros ítem, el derecho a estar acompañada en el momento del parto por una persona que la mujer elija. Esta norma considera el parto y nacimiento como un hecho de salud y, por lo tanto, pretende garantizar la posibilidad de que parir y nacer sean momentos íntimos, respetados, amorosos, donde el placer tenga la oportunidad de ocupar el papel central en la llegada de un niño/a.
El parto es un hecho trascendente de la sexualidad femenina y puede convertirse en un momento de exploración de nuestro poder y de nuestro placer. Pero esto generalmente no sucede. Para que el parto sea gozoso, aun cuando produzca dolores o miedos, hace falta que estemos en un ambiente cálido, amigable, cuidadas por personas respetuosas y amorosas: así tendremos una chance de desplegar nuestro potencial femenino.
Parir es muy intenso, parir es doloroso dirán algunas voces, parir es placentero se atreverán otras. Y, sin embargo, muchas mujeres susurrarán, llorarán, gritarán: “¡Parir fue horrible!”. Y ese trauma para la mujer es también un trauma para la o el recién nacido.
Hay rutinas violentas que niegan y silencian la explosión de vida y amor que trae un parto y un nacimiento en libertad y con amor. Aunque podemos parir y nacer de otra manera si alzamos todas las voces de todas las mujeres (más de 700.000 cada año en Argentina que se convierten en madres) para que puedan contar que parir dolió mucho pero que estuvo acompañada y contenida, acariciada, respetada.
Queremos que las mujeres digan “El nacimiento fue tremendo, pero tener a mi bebé fue maravilloso”. Entonces proponemos claves básicas: información y conocimiento, preparación, contacto con otras mujeres, reconocimiento del propio cuerpo. Y a los profesionales de la salud les pedimos: compromiso, respeto, actualización, conocimiento de la fisiología y empatía con las parturientas.
Cambiar el paradigma del parto no es sencillo: requiere tiempo y energía. Y, sobre todo, mucho coraje. Pero seguir realizando prácticas que dañan la salud y violan derechos humanos de mujeres y bebés es, además de penoso, inadmisible. Cada nacimiento es único y la oportunidad de compartirlo es sagrada. Celebremos la libertad y el poder de cada mujer. Animémonos al placer.
* Coordinadora Regional de la Red Latinoamericana y del Caribe por la Humanización del Parto y el Nacimiento (www.relacahupan.org) e integrante de la Escuela de Parteras (www.escueladeparteras.com.ar).
Sin avances en mortalidad materna
Más de la mitad de las provincias supera el promedio nacional de muertes en el embarazo, el parto o el puerperio
LA NACION
A diferencia de la reducción en la mortalidad infantil (aunque siempre insuficiente) , la cantidad de muertes maternas en el embarazo, el parto o el puerperio no siguieron una tendencia descendente en estos veinte años. Es más: ayer, en el lanzamiento de una línea gratuita (0800-222-3444) para consultas sobre salud sexual, funcionarios del Ministerio de Salud la consideraron "una deuda" del sistema sanitario.
Y no es para menos: en más de la mitad de las provincias la mortalidad materna supera el promedio nacional, que es de 40 mujeres por cada 100.000 nacidos vivos (300 muertes por año en el país), mientras que en Uruguay es de 15 y en Chile, de 19,8/100.000 bebes. Es más, tres de las trece provincias con más problemas duplican aquella tasa promedio. Son Chaco (82), Jujuy (100) y Formosa (115).
"En los últimos diez años, la mortalidad materna nacional no ha mostrado descensos significativos y algunas provincias tienen valores dos veces mayores, una muestra indiscutible del retraso en la implementació n de acciones integrales sostenidas, basadas en las evidencias y acompañadas por la movilización comunitaria" , afirman en un informe el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes), el Centro Rosarino de Estudios Perinatales (CREP) y el Instituto de Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de Medicina.
Hoy, las tres entidades lanzarán el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (Ossyr). Ese y otro informe sobre las intervenciones más efectivas para reducir la mortalidad materna estarán disponibles en www.ossyr.org. ar .
Hace diez días, en Ginebra, el ministro de Salud aseguró en la 63a. Asamblea de la Organización Mundial de la Salud que, en la última década, mejoraron los indicadores de salud. "Detalló el impacto de los planes y programas que implementa el Ministerio de Salud, como Remediar o el Plan para la Reducción de la Mortalidad Materno-Infantil, de las Mujeres y las Adolescentes, que contribuyen con el cumplimiento de uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, como es la disminución de los índices de la mortalidad materna e infantil", se informó entonces en un comunicado de prensa.
Aunque LA NACION no pudo acceder a esos datos, fuentes oficiales aclararon ayer que se trató, en realidad, no de la reducción de los índices, sino de "mejoras generales respecto de años anteriores" y que "los índices de mortalidad materna siguen siendo altísimos, teniendo en cuenta que la mayoría corresponde a muertes prevenibles" . Hoy, en el Paseo La Plaza, en una reunión para conmemorar el Día de Acción Internacional por la Salud de la Mujer, autoridades de Chaco, Formosa y Jujuy se comprometerán a mejorar los servicios de salud.
Las causas de la mortalidad materna en el país no varían desde hace años. Según un relevamiento presentado la semana pasada por la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires (Sogiba), son el aborto, la hipertensión en el embarazo, la hemorragia posparto, las infecciones por el parto vaginal o la cesárea y los traumatismos en el parto.
Otro hallazgo preocupante fue que, en la Capital por cada muerte materna hay dos que no se registran como tales. Este subregistro aumentó en las últimas dos décadas, según el estudio sobre más de mil muertes maternas y de la revisión de 400 historias clínicas en los hospitales públicos y privados porteños. "Es un indicador grosero de un problema de calidad de la atención. Y eso que se trata de la ciudad de Buenos Aires, que tiene uno de los mejores indicadores del país", afirmó el doctor Jorge Vinacur, presidente de la Sogiba.
A pedido del Ministerio de Salud porteño, la entidad elaboró recomendaciones, que se presentarán en el 28° Congreso Internacional de Obstetricia y Ginecología.
Y a mejorar la calidad de la información necesaria para tomar decisiones en salud pública apunta el trabajo de los investigadores del observatorio. "Los datos están, pero en un formato no comprensible para quienes toman las decisiones -dijo la doctora Mariana Romero, del Cedes/Conicet- . No todos los hospitales informan ni lo hacen según un mismo patrón. Y con 300 muertes maternas anuales, podríamos hacer un seguimiento caso por caso para conocer la ruta que siguió cada mujer. Permitiría reducir la mortalidad y saber si fue por la falta de atención o por determinantes sociales, por ejemplo."
El análisis del Ossyr detalla los resultados obtenidos por lo que ellos consideran "la única política pública de la última década" para reducir la mortalidad materna y la brecha entre las provincias. Fue el Plan Federal de Salud 2004-2007, que se propuso reducir un 20% la mortalidad materna nacional y un 50% los decesos en Chaco, Formosa, Jujuy y Santiago del Estero. Sin embargo, el plan finalizó con un aumento del 1,6% en las cifras que debía corregir. En Formosa y Jujuy la mortalidad materna siguió creciendo: por ejemplo, una embarazada tiene 20 veces más riesgo de morir en Formosa que en la ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo, la doctora Ana Langer, presidenta de EngenderHealth, es optimista. "A pesar de que la mortalidad materna no baja como quisiéramos, la Argentina está a años luz de la mayoría de los países de la región", dijo la titular de la ONG neoyorquina que hace 65 años busca mejorar la calidad de la salud materna y reproductiva en 25 países.
Langer, que elogió la capacidad técnica del Ossyr, sugirió allanar el acceso a los hospitales y controlar la calidad de la atención. "Creo que fallan también las medidas preventivas del embarazo y la proporción tan alta de muertes por complicaciones del aborto -dijo-. El Gobierno no tuvo ni tiene una política activa para ofrecer la planificación familiar a la población. La anticoncepció n previene embarazos no planificados, a edades muy tempranas o tardías, que son los más riesgosos, y las muertes por las complicaciones del aborto."
En América, sólo en nuestro país, en Jamaica y en Trinidad y Tobago el aborto es la primera causa de muerte materna. Según el Ossyr, provoca el 26,7% de los decesos.
GRACIAS!!
Premio Por un Mundo Mejor
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Una vez aceptado el premio las reglas a seguir son hacer un enlace directo con la pagina que ha concedido el premio y concederlo a otros 15 blogs.
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