Mapa de las mujeres en la Argentina


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Viernes, 26 de marzo de 2010
Por Luciana Peker

En la Argentina, las estudiantes universitarias, que llegan a recibirse, superan ampliamente a los varones que se forman como profesionales. Sin embargo, a pesar de la mayor capacitación, la desigualdad salarial es una injusticia que está borrada de la agenda política y afecta a los bolsillos femeninos: las mujeres ganan alrededor de un 20 por ciento menos que los varones. Pero el problema es más difícil de solucionar porque hay poquísimas sindicalistas para defender las condiciones de empleo de las trabajadoras. Todo esto, a pesar de que ya tres de cada diez familias dependen de una jefa de hogar. Mientras que la gran deuda de la salud pública es que la mortalidad materna prácticamente no baja desde hace 15 años y la principal causa es el aborto. Las estadísticas enlazadas en esta nota a partir de distintas investigaciones reflejan un país con grandes progresos, contradicciones, deudas pendientes, disparidades sociales e inequidades regionales.

Una radiografía de las mujeres argentinas que avanzaron en su capacitación, la mantención del hogar y el acceso al poder, pero todavía sufren discriminación laboral y económica –un problema absolutamente invisibilizado– y otras agujeros en las políticas públicas incongruentes con el nivel de desarrollo del país –como el embarazo adolescente o las muertes por aborto- que no logran revertirse a pesar de los reclamos y los compromisos internacionales. Un informe para saber quiénes somos, cómo estamos y todo lo que nos falta para que la igualdad sea una palabra que nos beneficie a todas.

LA MITAD MAS UNA

  • Mayoría: el 53 por ciento de la población está formada por mujeres y el 47 por ciento por hombres, aunque no en todos los lugares la distribución de sexos es igual. En el Noreste (NEA) las pobladoras llegan al 54 por ciento y los habitantes bajan al 46 por ciento. Pero en la Patagonia se presenta una paridad de género: hay un 49 por ciento de hombres y un 51 por ciento de mujeres.

  • Sí hay hombres: sin embargo, la idea de “ya no hay hombres” con la que se pretende asustar o aumentar esa fantasía de que las mujeres están en desventaja para conseguir pareja porque somos minoría –y eso repercute en la autoestima, aceptar relaciones no convenientes o parejas infelices– no es cierta. La diferencia entre varones y mujeres tiene que ver con la expectativa de vida y se siente más durante la tercera edad que en la juventud o la adultez, donde es el momento –no excluyente– pero en el que la mayoría de las chicas buscan, encuentran o se topan (y cambian) de novio. Tanto que entre los 18 y los 44 años hay más varones que mujeres en la población. A tal punto que desde la mayoría de edad hasta los 24 años las jóvenes representan el 15 por ciento de la población y los varones el 18 por ciento. Por algo sigue en vigencia la idea de “Damas Gratis”.

  • La diferencia está en la expectativa de vida: entre los 45 y 54 años el porcentaje de personas que entran al toilette de ladies o gentleman es todavía igualitario. Y recién a partir de los 55 años –donde las condiciones de salud empiezan a influir en la mayor expectativa de vida de las adultas mayores– la cantidad de mujeres aumenta en seis puntos con respecto al de los caballeros que peinan canas o ya tienen calva. Además, en muchos casos, las mujeres no necesariamente buscan hombres para formar una familia ni los hombres mujeres. Ya no todo es estadística, sino elecciones.

ELLOS NO SON FOBICOS

  • Ellos van más al altar: el 62 por ciento de los hombres está casado, en primeras o segundas nupcias. Esto significa que, a pesar de las propagandas que identifican a los varones como reacios al casamiento, a firmar la libreta o a cortar la torta, ellos buscan más las alianzas que ellas. Ya que el 54 por ciento de las mujeres está unida a un hombre legalmente (por un rato, al menos) y en cambio ellos permanecen o reinciden (mucho más que ellas) en el “sí, quiero”.

  • ¿Fobia al compromiso? Ese es el mito que une a los varones con la idea de que saltan de cama en cama. En cambio, la realidad indica que sólo el 7 por ciento de ellos vive separado o divorciado. Mientras que el 20 por ciento de las mujeres está sola, suelta o separada porque no se casó o porque, después de terminar con un matrimonio, no volvió a formar una pareja estable o con papeles.

SER ELLA NO ES LO MISMO QUE SER EL

  • Ser madre antes de ser otra cosa: de cada 1000 adolescentes, 64 ya tuvieron un hijo. “El nivel actual de fecundidad adolescente es de 64,0 por mil, una tasa que si bien está por debajo del promedio en América latina y el Caribe (72,2) por mil presenta muchas disparidades al interior de las provincias. Las tasas más bajas se encuentran en la Ciudad de Buenos Aires –que con un nivel de 34,0 por mil se distancia de todas las demás jurisdicciones– mientras que en el otro extremo Chaco, Formosa, Misiones, Santa Cruz y Santiago del Estero presentan tasas superiores al 80 por mil, esto es, por encima del promedio regional”, subraya el Fondo de Población de Naciones Unidas en la Argentina (Unfpa). Por lo que una adolescente porteña tiene un proyecto de vida similar al del primer mundo y una chaqueña al de una guatemalteca o salvadoreña. La disparidad regional se refleja en que esos países tienen un menor desarrollo humano que la Argentina. El problema no es –sólo– el embarazo adolescente sino la inequidad regional y la falta de ayuda estatal a las madres jóvenes para poder desarrollar otros proyectos de vida además de la maternidad.

  • Niñas sin muñecas: el 3 por ciento de los nacimientos en Argentina corresponde a madres menores de 15 años. Pero la desigualdad según la zona del mapa argentino quiebra los porcentajes y la vida de las niñas de las zonas más pobres. La misma cifra asciende –no asciende, se roba la infancia– al 4,2 por ciento en Santiago del Estero, al 4,7 por ciento en Formosa y al 5,5 por ciento en Chaco.

  • Cuidarse y quererse: “El 98 por ciento de las mujeres argentinas iniciadas sexualmente usaron alguna vez métodos anticonceptivos”, dice el informe “Situación de la Población en la Argentina”, de la Unfpa. A pesar de este alto nivel de conocimiento –que habla de un país con rasgos de progresos importantes en salud sexual– , sin embargo, apenas cuatro de cada diez exige el uso de preservativo en sus relaciones sexuales.

  • Morir por ser mujer: la gran deuda en salud en la Argentina es la alta tasa de mortalidad materna, en la que el 29 por ciento de las muertes se debe a no poder recurrir a un hospital público para interrumpir un embarazo no buscado. Un acto muy habitual ya que existen alrededor de 522.000 abortos clandestinos por año. En este sentido, el organismo de Naciones Unidas critica la falta de progreso en evitar los fallecimientos por interrupciones del embarazo: “Las complicaciones de aborto como primera causa de muerte materna han permanecido casi constantemente en los últimos 15 años y son relativamente elevadas en relación con los servicios sanitarios disponibles en el país”. La muestra más clara de la ineficiencia en la atención de esta problemática es que en toda Latinoamerica y el Caribe sólo Trinidad Tobago y Jamaica comparten con la Argentina la penosa estadística de que el aborto represente la primera causa de la mortalidad materna.

ESTUDIOSAS HASTA EL FINAL

  • Las mujeres están más capacitadas: la brecha entre varones y mujeres universitarios no sólo se equiparó sino que creció en los últimos años. La diferencia es notoria: el 18 por ciento de las mujeres tienen estudios universitarios completos y sólo el 13 por ciento de los varones alcanza el mismo grado de formación.

  • Las niñas pobres sí son más vulnerables: entre las poblaciones con menos acceso a los derechos básicos, sin embargo, pierden más las niñas, que se quedan cuidando a sus hermanos o realizando las tareas del hogar en vez de ir a la escuela. Entre las personas sin instrucción, el 9 por ciento son mujeres y el 8 por ciento hombres. En la primaria, la desventaja femenina continúa. Entre las personas que completaron la primaria el 38 por ciento son alumnas y el 41 por ciento alumnos. En la secundaria esta diferencia disminuye un poco pero sigue vigente: el 36 por ciento de las chicas terminan el nivel medio y el 37 por ciento de los adolescentes –que concurren a clase– reciben su diploma.

MAS TRABAJADORAS, PERO TODAVIA SIN IGUALDAD

  • Okupas: siete de cada diez hombres tiene trabajo. En cambio, menos de cinco de cada diez mujeres está empleada. Algunas de las catalogadas como “inactivas” (por el sistema de encuestas) son amas de casa por elección y otras no pueden trabajar por falta de redes estatales, familiares y sociales que les den posibilidades de que sus hijos estén cuidados. “La condición de inactividad presenta grandes diferencias de género. Entre las mujeres inactivas la mayoría son amas de casa, mientras que entre los hombres la mayoría es jubilado”, resalta la investigación “Rosa es distinto que celeste”, de la consultora de Gustavo Quiroga “epm”. Esto significa que los hombres tildados de inactivos (que no es lo mismo a desocupados que son los que buscan empleo) lo son cuando ya llegan a grandes e igualmente reciben el ingreso de su jubilación. En cambio, muchas mujeres son llamadas “inactivas” a pesara de realizar tareas domésticas y de crianza de sus hijos y no perciben ninguna retribución por esa tarea.

  • ¿Trabajas o estudias? A pesar de que las mujeres llegan a recibirse de profesionales más que los varones, el 24 por ciento de los hombres tildados de “inactivos” son jóvenes que no necesitan o deciden no trabajar para poder estudiar (son, en su mayoría, mantenidos por sus familias) mientras que las universitarias que pueden dedicarse exclusivamente al estudio representan sólo all 13 por ciento de las mujeres sin empleo.

  • Sin patronas: hay una gran diferencia, también, en los empleos y potencialidades y cargos de mujeres y varones. Por ejemplo, sólo el 19 por ciento de las mujeres son patronas o cuentapropistas y el 26 por ciento de los varones se manda a sí mismo y a sus empleados/as. Muy pocas mujeres son patronas, pero casi todas tienen patrones. Los costos no son gratuitos. “La sobrerrepresentación femenina en oficios precarios produce bajos ingresos, inestabilidad, falta de cobertura social y pobres condiciones y medio ambiente laboral”, advierte la Coordinación de Equidad de Género e Igualdad de Oportunidades en el Trabajo.

  • Oficios femeninos: ya las mujeres no pueden ser sólo maestras o tocar el piano y coser. Sin embargo, los estigmas de género siguen generando influencias: el 77,8 por ciento de las docentes son mujeres, el 70 por ciento de las integrantes de los servicios sociales y de salud (con el mandato de ayudar al prójimo) son trabajadoras sociales, enfermeras o médicas y apenas el 2,9 por ciento de los/las obreros/as tienen casco y son señoras o señoritas dedicadas a la construcción, a pesar de experiencias sindicales y de las Madres de Plaza de Mayo, que demostraron cómo las mujeres pueden colocar ladrillos correctamente y con un gran empoderamiento para ellas, su autoestima y su vida cotidiana.

  • Sin amos de casa: la tarea de quedarse full life en la casa, o ir a buscar a la puerta de la escuela a los hijos e hijas, coser los agujeros de las medias o preparar unos fideos para la cena sigue estando en manos de mujeres. Entre las mujeres que no trabajan, el 44 por ciento son amas de casa (lo que quiere decir que, en realidad, trabajan muchísimo pero en una tarea no reconocida socialmente), mientras que sólo el 7 por ciento de los varones sin empleo se dedican a mirar los cuadernos, ir a reuniones de padres/madres, sacar las telas de araña y limpiar el fondo de la heladera.

  • Dime cuántos hijos/as tienes y te diré cuánto puedes trabajar: no es cierto que donde comen dos coman tres, ni que es lo mismo criar un hijo que tres o cuatro. En la medida que las madres se tienen que hacer cargo de más hijos –que tendría que ser una elección libre y que no condicionara sus potencialidades si fueran debidamente apoyadas por el Estado y las condiciones sociales y familiares– son menores sus posibilidades de tener un trabajo. Seis de cada diez mujeres que crían un solo hijo trabajan. Pero ya cuando las madres tienen sus dos manos ocupadas por dos chicos/as las puertas abiertas se comienzan a cerrar. El 44,7 por ciento de las que cargan (a upa y todo lo demás) con dos niños o niñas se mantiene en el sistema laboral. Mientras que apenas tres de cada diez valientes a las que ya no les alcanzan las manos –con tres niños/as o más– se encuentran laboralmente activas. Esto quiere decir que entre las mujeres que tienen un hijo y las que tienen tres o más, las posibilidades de trabajar disminuyen a la mitad, según el informe “Políticas de equidad de género, talleres de negociación colectiva”, de la Coordinación de Equidad de Género e Igualdad de Oportunidades en el Trabajo, que incluye datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del tercer trimestre del 2008. Si existiera un sistema con jardines maternales, redes de mujeres, subvenciones por hijos, etc, las mujeres no tendrían que ser rehenes de su maternidad sino poder realizarse en más de un plano de su vida.

  • Menos derechos: un gran agujero en el empleo femenino es que dos de cada diez trabajadoras es empleada doméstica. O sea que el 20 por ciento de las mujeres trabaja –cuidando los hijos o la casa– de las otras mujeres para que ellas puedan trabajar. Y, por otro lado, cuentan con sueldos precarios, no suelen estar en blanco y ni siquiera tienen licencia por maternidad, como el resto de las trabajadoras. Por eso, hay un proyecto para igualar las condiciones laborales de las empleadas domésticas al del resto de los y las asalariados/as. Mientras que, según datos del Ministerio de Trabajo, las mujeres están sobrerrepresentadas al máximo en este oficio, ya que el 97,8 por ciento de las personas que se ocupan de las tareas domésticas en otras casas o negocios son mujeres. El mayordomo Alfred sólo existe para cuidar a “Batman”, pero en la realidad, los hombres vuelan de los cuidados hogareños.

LA DESIGUALDAD SALARIAL ROMPE LOS BOLSILLOS

Bolsillos sin fondo: la brecha salarial entre varones y mujeres (la diferencia salarial por condición de género) es en promedio de 24,6 por ciento en la Argentina, pero llega al 26 por ciento en el sector servicios y al 33,1 por ciento, por ejemplo, en la intermediación financiera, según datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo, del 2008. Entre otras cosas, porque los jefes les preguntan: “¿A vos no te mantiene tu marido?”, les critican que ellas faltan cuando sus hijos las enferman, subestiman sus ideas o les traban sus ascensos.

Injusticia salarial: “A igual calificación los hombres ganan más que las mujeres, cualquiera sea el estadístico que se utilice para medirlo. Por ejemplo, el sueldo promedio de un hombre cuya actividad es calificada como profesional es de $4064 mensuales, mientras que para las mujeres este valor desciende a $3409, es decir, un 16 por ciento menos. En el caso de personas que realizan actividades no calificadas el sueldo promedio de las mujeres es un 24 por ciento menor que el de los hombres”, sostiene el informe de la consultora “epm”, de Gustavo Quiroga, en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del segundo trimestre del 2009.

Jefas, pero de familia: Tres de cada diez mujeres está al frente de su casa: en el 35 por ciento de hogares las esposas, solteras o separadas son jefas de hogar. Ellas tienen la responsabilidad de estar al frente de los gastos, pero no ganan como necesitan –ni como sus pares varones– para que ese frente no les pese tanto como sucede en la actualidad.

El techo masculino rompe el cristal: “Los hombres no sólo tienen el sueldo promedio más alto que las mujeres (cualquiera sea la clasificación laboral) sino que, además, en todos los casos para ellos el techo salarial es mucho más alto que para el sexo femenino”, asegura Gustavo Quiroga. Esto implica que no sólo las mujeres ganan menos, aun en las mismas tareas que sus compañeros masculinos en la mayoría de los casos, sino que también gozan de menos posibilidades de ascender y ganar más. Si se tiene en cuenta que ya en tres de cada diez familias la responsabilidad de pagar las expensas, el supermercado y los libros del colegio, entre otras cosas, cae en la billetera femenina, la desigualdad salarial implica no sólo una desventaja de género sino un empobrecimiento para sus hijos e hijas.

Piso pegoteado: las diferencias laborales y salariales entre mujeres y varones ya constituyen una realidad registrada por estadísticas oficiales y que hay que cambiar, aunque haya que tocar muchas puertas (o techos) y dejar de pagar el derecho de piso, tan pegajoso como lo define la Coordinación de Equidad de Género e Igualdad de Oportunidades del Ministerio de Trabajo. Según esta área existen dos situaciones que perjudican a las mujeres: el techo de cristal (que alude a la dificultad para ocupar altos cargos o prosperar en las carreras) y el piso pegajoso (que habla de la concentración de las mujeres en trabajos de poca calificación y movilidad, con bajas remuneraciones). Basta de techos y pisos: puertas abiertas a más y mejores oportunidades.

Salud pisoteada: “Los problemas de salud ocupacional de las mujeres no son, en general abordados por los empleadores, sindicatos, investigadores y gestores de políticas, lo que contribuye a aumentar más las inequidades por razón de género en la salud ocupacional”, remarca el informe “Políticas de equidad de género, talleres de negociación colectiva”, del Ministerio de Trabajo.

¿Y ahora quién podrá defendernos? No es raro que la desigualdad salarial no esté en la agenda pública, mediática y política, no sólo por la falta de políticas de género sino por la falta de mujeres que puedan defender las condiciones específicas de trabajo de las mujeres: sólo el 23 por ciento de los puestos de dirigencia sindical están ocupados por otras mujeres que –si además tienen conciencia de solidaridad de género– se puedan ocupar de qué no sólo los gremios mayoritariamente masculinos –-como los camioneros, petroleros, mecánicos, etc.– consigan buenas paritarias sindicales, de pedir por la licencia por paternidad de, por lo menos, 15 días (para no quedarse solas cuando tienen hijos), mejores condiciones para dar la teta, que la maternidad no atrase sus carreras o la creación de jardines maternales y de infantes (hasta los cinco años para trabajadoras/es en sus lugares de empleo) que son beneficios que, generalmente, facilitan la posibilidad de mantenerse o ascender en el mundo laboral.

En fin, hay un sinfín de deudas de género en la Argentina (un país que, en el imaginario social mayoritario, se jacta de no ser machista) porque hay mujeres empresarias, en la política o en la universidad. Sin embargo, esos pasos adelante no representan el final de la igualdad, sino rasgos de un país contradictorio que, a veces, por mirar el promedio, se olvida de la más jóvenes, pobres y excluidas, de los cuerpos perdidos en camillas clandestinas y de los bolsillos rotos de las mujeres que todavía pierden por ser mujeres.

Mujer, en tu día, retrocede




8 de marzo:
Por Sarah Babiker | 10.3.2010

Mientras mujeres y feministas debaten sobre cómo comenzó la celebración del 8 de marzo, y aportan una multiplicidad de reivindicaciones y acciones, el mundo de los negocios parece haber encontrado de un modo unívoco un significado y sobretodo un objetivo para el día internacional de la mujer. Y este no podría ser otro que vender.

'Para este 9 de marzo, Dedicar ha preparado objetos y regalos especiales para homenajear a las mujeres en su día'. Así abría la página web todoenunclick.com una nota con el sugerente título: 'En su día las mujeres tienen su merchandising.' Y al merchandising no parece importarle que 'solo en un click', el redactor de la nota retrasase 24 horas la cita.

En la misma avenida Corrientes donde la tarde del lunes mujeres de todas las generaciones, en grupos, solas, entre amigas, clamaban por el derecho a disfrutar de su cuerpo y por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, en muchos escaparates podían comprarse flores, bombones, perfumes, puestos ahí para la ocasión. Posiblemente aquellas que tomaron las calles para reclamar por el derecho a la educación sexual, al aborto legal o contra la trata, no tenían especial interés, o incluso eran más bien opuestas a ser agasajadas de ese modo. Pero parece que al mercado no le preocupa no contentar a esas feministas, pues el 8 de marzo, es el día de la mujer, así en general, y algunos tienen muy claro lo que la mujer, así en general, quiere.

No se trata solo de la comercialización de la fecha, de la imposición del consumismo como aderezo insalvable a cualquier día internacional de homenaje o reivindicación. Llama la atención, por doloroso, lo específico del consumo que se potencia para las mujeres: se dirige a determinados productos adscritos a la idea encorsetada de mujer contra la que ese día las mujeres gritan en la calle. Paseando por el Abasto, una no encuentra descuentos en librerías o tiendas de tecnología. A 'la mujer' la felicitan desde los escaparates de las tiendas de ropa maniquís bien flacos, vestidos de un modo sugerente para ser siempre sexies y disponibles. Desde los catálogos y los anuncios de las tiendas de belleza, mujeres que promocionan cremas antiedad, anti celulitis, anti pelos en las piernas, y en fin anti todas esas cosas naturales contra las que es obligatorio combatir, se felicita a las mujeres y de paso se las recuerda cómo deben de ser y qué producto deben de comprar para conseguirlo, eso sí, con descuento, porque hoy es tu día.

Quién no querrá estar linda en su día. El Banco Ciudad, es un gran conocedor de las necesidades de sus clientas. Al menos esa es la impresión que da, al tutearlas en su publicidad, y conceder cómplice: En tu día te damos un 20% más de excusas para estar divina.' A la divinidad se accede con tratamientos de estética y peluquería, que es en los ámbitos donde con la tarjeta del Banco Ciudad las clientas podrán conseguir descuentos. Pero no solo, también pagarán 25% menos en algunos restaurantes, así podrán ellas mismas agasajar con su divinidad al afortunado elegido. Los dibujos de chicas escuálidas y poco probablemente usuarias de tarjetas de crédito (no porque sean dibujos si no porque representan a jovencitas) acaba por redondear la bronca que una puede sentir observando este anuncio.

Si el pasado lunes una no estaba divina, era desde luego porque no quería, no sería por falta de posibilidades: tanto el Shopping Solar de Abadía, como el de Alto Palermo, premiaban a las clientes que realizasen compras con cremas y maquillaje de regalo.

Pero el premio más buscado, el culmen del homenaje a las sufridas mujeres, tenía un nombre: Spa. Recomendado a los hombres para homenajear a sus parejas, presentado como premio en numerosos sorteos, el fin de las angustias y los padecimientos de las mujeres no llegará a través de la revolución. Para eso están los Spas: donde ellas pueden relajarse de sus dobles responsabilidades, olvidar sus angustias, dejar de sufrir por las desigualdades, y salir de su tratamiento divinas y relajadas.

Y es que, reivindicaciones a parte, no hay nada como el día de la Mujer para reforzar el estereotipo. Algunos lo hacen casi con militancia, el periódico 'La Gaceta' de Tucumán publicó pocos días antes de la cita una nota en la que conminaba a los lectores a definir a su mujer ideal. Encantados de que en pleno día de la mujer ellos siguiesen siendo los protagonistas, los lectores dan rienda suelta a una serie de estereotipos de género. Podemos decir cuanto menos que las mujeres que desfilaban el pasado 8 de marzo no eran precisamente ideales para estos hombres en busca de la mujer, mujer, la que recibe encantada flores y bombones y se esmera para estar divina, con la ayuda del Banco Ciudad, o de las campañas publicitarias de los shoppings.

Esta apropiación de la fecha para subrayar estereotipos tiene una doble contradicción, se aleja de las reivindicaciones feministas, pero también de la inspiración obrera de este día, que queda anegada en un consumismo en muchos casos elitista e incluye propuestas de lujo, como la que propone una consultora de estilo: reuniones de grupos de amigas donde se toma té y se 'disfruta' del asesoramiento de maquilladoras y asesoras de imagen profesionales. Nada más en las antípodas de cualquier espíritu feminista u obrero.

El pasado lunes, muchas mujeres aseguraban: no queremos flores, queremos derechos. Nada indica que se refiriesen al derecho a estar divinas. Aunque parece que ese es el 'único derecho' que nadie quiere negarles en su día.

Artemisa Noticias

El subte de Macri!

las12

Viernes, 19 de marzo de 2010

UN VAGON QUE LLEVA A LA POLEMICA

Las obras del subte H todavía no están terminadas. Sin embargo, el PRO ya propuso que exista un vagón exclusivo para mujeres con el fin de evitar que las pasajeras sean tocadas, acosadas o agredidas. La idea despierta debates en todo el mundo: ¿una forma de protección o de exclusión?


Por Luciana Peker

Pasar por el molinete, bajar las escaleras, arrimarse a la línea amarilla y esperar. Pero no se trata, únicamente, de aguantar sin respirar y sin soplar y empujar para entrar o salir, sino, además, de comprimirse hasta querer volverse invisible, porque en la montonera las manos nos rozan, nos tocan, nos invaden. No siempre –casi nunca– por casualidad o puro amontonamiento, sino porque el amontonamiento tapa la agresión de tocar a una mujer, de tocarnos, de ser tocadas.

Ante el hartazgo de ser vejadas en los viajes, en Japón, Brasil, India, Filipinas y México crearon vagones exclusivos para mujeres. Con ese antecedente, el legislador porteño del PRO Gerardo Ingaramo ya proyecta que el nuevo subte H –que todavía no está terminado– tenga también un sector femenino (que permita el ingreso de niños menores de 12 años) para “evitar situaciones de acoso” con los antecedentes, además, de tres denuncias de abuso sexual –que tendría que haber prevenido la empresa Metrovías– en la línea D, durante el 2006.

“La iniciativa busca crear las condiciones necesarias para evitar posibles acosos en los subterráneos. El frecuente abarrotamiento de gente en el transporte público contribuye a que los manoseos se multipliquen. La creación de un vagón exclusivo no sólo evitará futuros casos de acoso, sino que contribuirá a generar una mayor conciencia sobre el tema. Para ello debemos trabajar sobre la prevención de este delito”, declaró Ingaramo, quien espera que la exclusividad de las pasajeras se multiplique por las líneas A, B, C, D y E que cruzan la Ciudad de Buenos Aires.

El proyecto no dice que los vagones tengan que ser rosa, sino que deben ser identificables. ¿Cómo? La pregunta es inquietante en una gestión que llegó a simbolizar el Día de la Mujer con el retrato de una joven dormida. En Brasil el vagón que lleva hasta Ipanema es rosa y para muchas mujeres fue una –nueva– alegría y para otras un nuevo sello de los estereotipos de género. Rita Alves comenta: “Acá funciona bien, a las usuarias les gusta mucho porque se creó un territorio femenino”. En la India los llaman “Ladies Specials”. En México DF –una ciudad donde salir en musculosa es un riesgo– la experta en violencia de género Sandra Lorenzano apunta que “son muy agradecibles”. Tal vez, por eso, también acaban de instalarse en la ciudad de Guadalajara, donde Las/12 consultó a distintas usuarias sobre este viaje (¿de ida o de vuelta?) a la protección o exclusión de las mujeres: todo un debate.

Gisela Carlos cuenta que en la ciudad no sólo está el vagón sino un colectivo –380– al que no pueden subir varones. “Es agradecible, pero como pasa cada venida de obispo no ayuda mucho: terminas subiéndote en el primero que pase aun si te agarran las nalgas”, cuenta, con un realismo que no quiere resignarse a tolerar el acoso. “Es gacho que terminen creando vagones o autobuses o andenes exclusivos para mujeres, lo idóneo sería que tomáramos cualquier ruta o cualquier transporte sin problemas y sin contratiempos”, reclama. También un varón se sube al colectivo de debate. Eric Lagorio opina: “Me parece una pena que hayamos tenido que llegar a esos límites, pero si es positivo para el bien de las mujeres, ‘malvenido’ sea”.

¿Y si en nombre de la inseguridad femenina se terminara poniendo calles exclusivas para varones y otras para mujeres como proponen –por razones religiosas– los ultraortodoxos judíos en Israel y generar nuevas formas de opresión en nombre de la protección? Si bien la medida puede servir para frenar esas manos que se meten para siempre en el bolsillo de las humillaciones femeninas –y no es menor–, también los riesgos quedan a la vista.

Pero, en contra de los y las que están en contra, Rossana Reguillo, coordinadora del Programa de Investigación en Estudios Socioculturales del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (Iteso), delimita el riesgo de las críticas: “He viajado muchas veces en el transporte colectivo y en tres de cada diez ocasiones he tenido que intervenir para frenar los avances de entusiastas toqueteadores frente a jovencitas. Sin embargo, en estos días he leído algunas opiniones preocupantes, como que se trata de ‘segregación’ o de ‘discriminación’ para los hombres (inaudito)... mi posición es que no resuelve lo de fondo: ¿Por qué el cuerpo de la mujer en el espacio público es botín para los deprepadores y qué tenemos que hacer para cambiar esto?, pero que ayuda en lo cotidiano”.

No todas se sienten iguales. Clara Hernández no se banca tener que viajar en corralito: “Como dirían en Argentina, ‘me da bronca’ ver esos vagones exclusivos porque debería haber respeto en todos lados, no sólo donde hay una línea rosa. Sólo te hacen sentir como una ‘nena débil’ que necesita trato especial y no resuelven absolutamente nada. He visto hombres subirse a propósito ahí sólo porque saben que están llenos de mujeres. ¡Sinceramente me siento ofendida de que tomen esas medidas!”.

Gisela saca de la estratósfera la polémica y la cuenta de una manera tan terrenal como andante: “A mí me ha tocado ver que si a una chica le agarran las nalgas o los senos, sobre todo cuando va a bajar y tiene que agarrarse bien porque si no se cae ante los frenones del camionero, las demás pasajeras se quedan calladas, o bien los hombres se ríen. Por eso, me pregunto: ¿El hacer un vagón color rosita, así bien bonito, resolverá esto?.

En la Argentina, ya hay quienes discuten la iniciativa PRO. “No nos parece acertado porque no creemos en la ‘discriminacion positiva’. Nosotras practicamos un feminismo que no excluye al varón, sino que lo suma para sensibilizarlo y para que construyamos un sistema más equitativo, donde el varón empiece a respetar los derechos de las mujeres”, opinan desde la Asociación Civil Las Diversas. La diputada de la Ciudad de Buenos Aires María Elena Naddeo critica: “El transporte público debe ser cómodo y seguro para todos los habitantes. Todavía tenemos capacidad en la ciudad de generar políticas universales. Por eso, diferenciar vagones para mujeres sería consagrar la ineficiencia y la mala gestión de los subterráneos”. Mientras que la legisladora porteña Diana Maffía se sorprende: “¡No lo puedo creer! Hacer un vagón exclusivo para mujeres implica que si una mujer no toma ese vagón está disponible para los tocadores y acosadores. El límite no hay que ponerlo encerrando a las mujeres, sino cambiando una cultura que hace de ellas cuerpos que los varones pueden tocar y depredar. ¿Si una mujer va en un grupo debe segregarse para que no la toquen en el subte? Lo peor es que puede resultar eficaz, justamente porque profundiza el estereotipo”.

MONUMENTO A LA MUJER ORIGINARIA




Una excelente idea. ¡A colaborar y a difundir!

Tras la masiva campaña de recolección de llaves que hizo realidad al primer monumento de bronce a Ernesto Che Guevara en Argentina, inaugurado el 14 de junio de 2008 en la ciudad de Rosario, nos proponemos un desafío mayor en términos cuantitativos, bajo la misma estructura organizativa y apelando a la solidaridad de una gran cantidad de personas de todo el país y el exterior. La construcción del "Monumento a los Pueblos Originarios", simbolizados en la figura de una mujer de 10 metros y varias toneladas de bronce solidario, será una nativa en su entorno natural, íntimamente ligada a la Pachamama. La fuerte mención a la vida que representa esa figura es el concepto central. La resistencia indígena y su renacer en todas las naciones hermanas estarán reflejados en la Wiphala, enarbolada orgullosamente en sus brazos.


Contemplamos donar la proyectada escultura a la ciudad de Buenos Aires, con la condición que sea emplazada en reemplazo de la figura ecuestre del Gral. Roca, responsable del asesinato de cientos de miles de originarios en la Patagonia. Si por diversos motivos insalvables no fuese posible emplazarla en ese lugar y ésta fuera destinada a otro sitio público, la consideraríamos una obra inconclusa y bregaremos junto a las fuerzas populares por trasladarla cuando la coyuntura política y las herramientas legislativas nos lo permitan.

Nos proponemos un reto inaugurar la escultura en octubre de 2010, en el marco del Bicentenario de la Revolución de Mayo. Estamos convencidos que con el apoyo de organizaciones indígenas, Derechos Humanos y la voluntad popular lo lograremos.
Todos pueden participar ayudando a difundir este proyecto o acercando llaves u otros elementos de bronce al taller del artista plástico Andrés Zerneri en Cabrera 3653 - Palermo Viejo, Buenos Aires, los Sábados de 9 a 20hs. - Tel: 4862-8051
mail: zerneria@hotmail.com

Hay muchos centros de acopio. Vean la página: http://www.mujeroriginaria.com.ar

NOTA CLARIN 8 DE MARZO

DATOS DE LA FUNDACION OBSERVATORIO DE LA MATERNIDAD

En 25 años se triplicó la cantidad de madres solas

Son separadas, divorciadas o mamás solteras. Representan el 15% de las madres. Además, las mujeres son jefas en 1 de cada 3 hogares. Pese a los cambios sociales, la maternidad sigue siendo un factor de peso: 6 de cada 10 argentinas tienen hijos.

Al contraer matrimonio la mujer no perderá los derechos que la ley acuerda a los seres mayores de edad". "La madre podrá ejercer sobre sus hijos la misma autoridad y tutela que el padre". "La mujer casada podrá ejercer toda profesión lícita y la administración así como de lo que ganara con su industria y profesión". "La mujer, sin necesidad de autorización del marido, podrá girar sobre sus haberes, tener libreta de banco y ser socia de cooperativas y de socorros mutuos". "La mujer divorciada, en todos los casos podrá disponer del total de sus bienes". Estos fueron algunos ejes de discusión en el Primer Congreso Feminista Internacional, que se celebró en Buenos Aires con motivo del festejo del centenario de la patria. Cien años después, no hay dudas que hubo grandes avances en muchas cuestiones de género. También hay deudas. Y otra realidad.

Hoy, las mujeres son mayoría en las universidades. Van a la par del hombre en el mercado laboral, aunque no sus sueldos (ver A igual...). Se casan más grandes. O no se casan. Se permiten dudar de la maternidad. Y se animan a criar a sus hijos solas, mientras estudian y/o trabajan. Uno de cada tres hogares tiene "jefa" mujer. Para dar un ejemplo, en los últimos 25 años se triplicó el número de madres solas: el 10% son separadas o divorciadas y el 5% solteras, cuando en el 85 las cifras eran 4,1% y 0,8% respectivamente. Otros cambios: en 1985 el 85% de las madres eran mujeres casadas, cuando hoy lo está el 55%. Entonces sólo el 7,8% eran concubinas mientras que en la actualidad el 30% de las madres conviven con los padres sin haber pasado por el registro civil.

Los datos son de la Fundación Observatorio de la Maternidad, que publicó su Anuario de la Maternidad "Madres en la Argentina. ¿Qué cambió en el umbral del Bicentenario?". En la publicación, las autoras Carina Lupica y Gisell Cogliandro (ambas licenciadas en Ciencias Políticas), explican cómo la maternidad se produce en un contexto familiar dinámico, heterogéneo y más complejo que un cuarto de siglo atrás. Así lo demuestra tanto el aumento de la consensualidad y de la disolución del vínculo conyugal, de las familias monoparentales, de los hogares con dos proveedores o con jefatura femenina, como la disminución del tamaño de los hogares multipersonales. Sostienen las autoras: "Esa casi revolución en la estructura de los hogares implica modificaciones en la significación, dinámica y roles de sus miembros. Hoy, la mayoría de las madres tienen un trabajo extradoméstico, 1pero continúan siendo las principales responsables de las tareas del hogar y de cuidado, lo cual acarrea tensiones al interior de los hogares: doble jornada de trabajo entre las mujeres, limitaciones para su desarrollo laboral o profesional, presión sobre los hombres para que asuman una paternidad más comprometida".

Y agregan: "Todo ello, en un contexto de resignificación social de la maternidad y la paternidad y del ejercicio de las funciones maternas y paternas. En la actualidad, la maternidad dejó de ser concebida como un hecho natural y biológico que le otorga identidad femenina a la mujer para convertirse en una experiencia elegida u opcional y condicionada por pautas sociales, culturales y económicas de la sociedad en la cual se produce. Entre diversas implicancias, esto significa que el proyecto de vida de las mujeres ya no está centrado solamente en ser madre sino que su educación, profesión y desarrollo personal adquieren otra importancia".

De todas maneras, y a pesar de todos los cambios, la maternidad es una cuestión de peso: seis de cada diez argentinas en edad fértil (entre 14 y 49 años) son madres. La cifra era la misma en el censo del 80. Y antes. Lo que redujeron las mujeres fue el número de hijos. El censo de 1869 decía que el promedio de hijos por mujer eran 7. Hoy son dos.