EL DERECHO DE ELEGIR UN PARTO RESPETADO
Cada vez más padres eligen que sus hijos nazcan en casa
Últimamente, muchas parejas y madres solas deciden dar a luz en sus hogares y no en hospitales o clínicas. El porqué de esta tendencia, la opinión de los especialistas y las historias de los matanceros que optaron por un alumbramiento de este estilo.
Por Natacha Misiak, Melisa Marturano y Alejandro Moreyra
Ángela mira a Anata con los ojos llenos de emoción. La estudia, la acaricia, la reconoce en cada gesto y se deshace de ternura cuando recuerda la tarde del 22 de abril pasado. Ese día, todo estaba listo para su llegada: las luces preparadas, el ambiente lleno de flores, rodeada de amigos y con la música adecuada para indicar que había un buen motivo para festejar: su llegada.
Finalmente, a las 15.35, madre e hija pudieron conocerse cara a cara, cuando, ubicada en la habitación que luego compartirían, esta mamá primeriza pudo recibir a su primogénita en sus manos. En ese momento, comprendió que elegir parir en su casa había sido una de las decisiones más importantes de su vida.
La elección de esta vecina de Laferrere es parte de la tendencia que siguen cada vez más padres, que buscan preservar este momento, el más íntimo de la pareja.
Sabia naturaleza
Este tipo de nacimientos, de los que no hay una estadística certera en el país, se hicieron conocidos como “partos humanizados”, debido a que, en ellos, prima la libertad de elección de la mamá o de la pareja. Así, ellos pueden decidir con quién estar y en qué posición acomodarse.
Los que defienden esta práctica niegan que implique “retroceder a la época de las abuelas”, como algunos critican, puesto que las mujeres son controladas exhaustivamente por los parteros que van a atenderlas el día del nacimiento, siempre y cuando su embarazo cumpla con la condición de ser “de bajo riesgo”.
“Si la mujer está acompañada por un profesional que la ve durante todo el embarazo, hay cosas que no llegan a ser riesgosas, ni mucho menos. Es una alternativa cuidada, porque no paren solas. Además, siempre se habla de un plan B, viendo los hospitales y clínicas cercanos, buscando las rutas de acceso más rápidas por cualquier eventualidad, es decir, todo se hace desde la responsabilidad”, asegura Francisco Saraceno, partero con diez años de experiencia que acompaña a quienes eligen esta opción.
“Cuando me enteré de que estaba embarazada, supe que la historia de parir en un hospital no me gustaba para nada; los mecanismos son muy invasivos y no respetan los procesos naturales del cuerpo de la mujer”, explica Ángela.
En ese sentido, los especialistas advierten acerca de la propensión a la medicalización en las instituciones, que lleva a acelerar la evolución natural del parto. “Hoy, ni en las clínicas ni en los hospitales, existen trabajos de parto de doce horas, sino que se apura ese proceso con drogas para que las contracciones sean más fuertes y rígidas. Esto puede hacer que el bebé tenga sufrimiento fetal. Así, el parto, que tiene un rito inigualable, se termina convirtiendo en un hecho burocrático”, critica Saraceno.
En su lugar, cuando se elige recibir al bebé en casa, los recursos son más naturales, como los baños de inmersión que disminuyen el dolor.
Parir con libertad
En el caso de Liliana y Alejandro, habitantes de Ramos Mejía, las motivaciones que los impulsaron a elegir el parto domiciliario para recibir a Ananda, que nació el 14 de julio, fueron otras. Hace cinco años, cuando alumbraron a Jonás, el primer hijo de la pareja, vivieron una situación que, para ellos, fue traumática. “En la semana 40 de gestación y tras un control, el obstetra decidió comenzar con el goteo para acelerar las contracciones, pero el trabajo de parto nunca empezó, entonces, me hicieron una cesárea que, para mí, fue innecesaria, porque tenía dos semanas más para que naciera”, recuerda la joven.
Para no repetir la experiencia, en su segundo embarazo, Liliana elegió parir en casa. “Acá, tuve la posibilidad de hacer lo que me hacía sentir mejor; me di tres duchas, caminé por toda la casa, puse música y, a pesar del dolor y las 26 horas que duró el trabajo de parto, fue lo más fuerte y animal que me pasó en la vida”, afirma emocionada. Su pareja, Alejandro, completa: “Fue algo maravilloso, es una experiencia única en la vida”.
En esa misma línea, son muchos los que aseguran que la cantidad de cesáreas forzadas que se practican van aumentando progresivamente, con las consecuentes secuelas que esto acarrea. “La cesárea es una cirugía maravillosa para salvar vidas, pero no como medio de nacimiento”, grafica Susana Rodríguez, que es partera desde hace 32 años e incursionó en los nacimientos domiciliarios hace cinco.
Mamá y papá protagonistas
Pero, además de elegir esta opción para evitar intervenciones apresuradas, hay parejas que lo hacen para sentir que son ellos quienes toman las riendas de la situación.
Ese fue el caso de Daniela y Gustavo, también de Ramos Mejía, quienes, con el nacimiento de su primera hija, que tuvo lugar en un hospital público, tampoco se sintieron del todo cómodos.
“Cuando di a luz por primera vez, estuve sola durante todo el trabajo de parto, rodeada de gente desconocida, y a Gustavo lo dejaron entrar solamente en el momento del nacimiento. Entonces, cuando me embaracé de Nube, empecé a darme cuenta de las cosas innecesarias que te hacen en el hospital, porque el mismo cuerpo se prepara, no tenés que adelantar las fechas”, analiza Daniela.
Para algunos profesionales, la realidad que se vive dentro de las instituciones se debe a las mismas características del sistema de Salud. “Hoy, la medicina privada tiene una demanda excesiva, los sanatorios siempre están llenos, y, también, hasta 2007, hacía 21 años que los profesionales cobrábamos los mismos sueldos; entonces, el propio sistema te lleva a la perversión de intentar hacer más partos en menos tiempo, es decir, se industrializaron los nacimientos”, reprocha Rodríguez.
Así las cosas, lo importante sería entender que no se trata de una pelea entre los pregoneros de los alumbramientos en casa y quienes procuran que no se altere la lógica institucional, sino de que se respeten los derechos de las madres y sus parejas a decidir dónde, cómo y cuándo se producirá el evento más maravilloso en la vida de las mujeres y también, por supuesto, de los hombres.
Letra ignorada
En 2004, el Senado Nacional sancionó la Ley 25.929 que fija los derechos de padres e hijos durante el nacimiento. La normativa establece que la madre puede elegir estar acompañada por quien ella elija y estipula que deben respetarse sus tiempos biológicos. Sin embargo, muchas veces, esta ley es ignorada por los profesionales que intervienen en estos procesos.
En La Matanza, la cantidad de cesáreas es alta, pero no como a nivel nacional
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo entre un diez y un 15 por ciento de los partos debería realizarse por cesárea. Sin embargo, las últimas cifras disponibles de la Dirección Nacional de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación indican que, en Argentina, en tres de cada diez nacimientos, se realizan cesáreas. “Sin ir más lejos, las autoridades del Sanatorio Mater Dei dijeron, en una reunión el año pasado, que realizan un 55 por ciento de intervenciones quirúrgicas y que, en diez años, van a llegar al 65 por ciento”, contó Rodríguez.
Pero, desde la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de la provincia de Buenos Aires (SOGBA), descartaron que esto suceda en el sistema de salud público bonaerense. “En todos los hospitales de la provincia, estamos haciendo partos humanizados y con la familia; en cambio, en las clínicas privadas, se está haciendo un 70 por ciento de cesáreas”, enfatizó Estela Acosta, prosecretaria de esta entidad, quien advirtió que parir en casa puede resultar riesgoso “ante la aparición de complicaciones de último momento”.
En la misma línea, el secretario de Salud local, Luis Eizaguirre, sostuvo que, “en La Matanza, solo un 23 por ciento del total de partos se realiza por cesárea, lo cual es un número bajo”.
¿Dulce espera?
De todos modos, Acosta admitió que la falta de personal médico y no médico en los hospitales bonaerenses, ocasionada por los bajos sueldos y la falta de nombramientos, puede afectar la atención que reciben las parturientas. “Hay centros de salud que tienen un solo médico de guardia y, para una cesárea, necesitás, como mínimo, dos”, reconoció.
Así, La Matanza no escapa a esta realidad, por lo que, de los 28.800 niños que nacen cada año en el Partido, solo 8.000 lo hacen en los hospitales locales.
Sin embargo, el funcionario desestimó que los partos caseros, a los que tildó de “descabellados”, sean una alternativa válida, porque “el nacimiento tiene que ser institucional; hacerlo en casa implicaría volver al siglo XIX”.
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